Mi nombre es Angélica Carvajal, soy estudiante de literatutra y esta
historia es cierta. Hoy salí de mi clase de teoría literaria más
pronto de lo habitual. El profe estuvo hablando todo el rato de la
teoría de la recepción que trata sobre lo que me limita como
escritora o como lectora, la concepción de mi mundo particular, la
imaginación esta limitada por la experiencia, la cultura y la educación.
Me pareció interesante la clase y decidí salir a dar una vuelta y
hablar con gente que me pareciera interesante en la calle.
Richard
Primero
me meto al metro, llevo unas fotocopias sobre el nacimiento de la
tragedia y el pesimismo de Nietzsche que debo leer para mañana,
simplemente no puedo con él, pero debo leerlo, sino el uno será lapidario. Intento concentrarme, pero enseguida mi mente se va a otros
mundos. Se abren y cierran las puertas del metro y la verdad que no
hallo a nadie con quien entablar conversación sobre la mentada teoría;
van todos ensimismados en sus teléfonos celulares. De repente entra un
chico alto, moreno, lleva una musculosa que le marca su bien ejercitado
cuerpo y sus tatuajes, trae consigo un parlante tipo trolley, pone
música, saca un micrófono y canta a todo pulmón "Easy" de Fight No More.
Canta bien, enseguida consigue que abandone a Nietzsche, el chico
baila, mientras se abren y cierran las puertas del metro, la gente pasa
por su lado y lo empujan, él no pierde su entonación. Su voz es una
pausa que se agradece en medio del calor, del gentío, de Nietzsche. Él
incluso hace el grito característico de la canción, después de ese
grito, él cierrra los ojos y ya no está en la estación moneda del metro
de Santiago de Chile, no, él está en La Quinta Vergara, en Viña del
Mar, él es el más grande los cantantes de habla hispana.Todos corean su
nombre, las chicas se desmayan, ¡antorcha!, ¡antorcha! grita el público,
¡gaviota!, ¡gaviota! gritan luego. Y hay ¡gaviota de plata! para
Richard, toda La Quinta enmudece. Última parada dice la gravación,
estación San Pablo, se abren las puertas, todos lo empujan y algunos dan
unos cuantos pesos. Él acomoda su parlante y baja del metro, permanece
en el andén a la espera de otro tren y se abran las puertas a su su
siguiente escenario.
Juan
Bajo del metro,
en Plaza de Armas, aún con easy, la canción que no he parado de
tararear. Me gusta perderme por las calles de Santiago, una cuidad que
nunca me perteneció y que ahora empiezo a descubrir, sus colores,
olores, pero sobre todo la gente, la observo en silecio y me
imagino sus historias.
La calle que baja de la Plaza de Armas, es
la calle catedral bien podría ser cualquier calle de Río de Janeiro o
Santo Domingo y si voy más lejos, Nueva Delhi o Estambul; tantos
kilómetros nos separan, pero las luchas, los sueños e ilusiones, son
las mismas en todos sitios. Sigo avanzando por catedral, encuentro de
todo y para todos los gustos, desde arepas hasta una parrilla humeante
en medio de la vereda donde una colombiana potentorra vende anticuchos
que los grita a todo pulmón, lo que me recuerda que aún no he almorzado.
Continúo mi caminata y llama mi antención un señor en un puestecito que
vende torres Eiffel hechas de alambre, es un artersano, yo, curiosa me
detengo a observarlas.
- A tres lukitas no más, dice él.
- Están lindas, respondo
- Mire, tengo estás otras que se pueden usar de lámpara
-
¿Cómo de lámpara?, le pregunto. Orgulloso conecta una torre Eiffel a
una pila varta y la torre se ilumina con luces de neón de todos los
colores.
- ¡Ud si que sabe!, le digo
- Estás valen 5 likitas, dice él.
- Y de dónde saca el modelo, le pregunto, acaso ¿ha estado en París?,
- "Nopo ñora", dice él - ¿y ud.?
- Tampoco, le respondo.
- Yo es que soy buen copiador, de los chinos saco el modelo y como tengo memoria fotográfica las remedo
- ¡ahhh! maestro, digo con una sonrisa y sigo mi rumbo.
Pásese mañana, dice Juan y le tengo una figura igualita a ud. me dice mientras sonrie de oreja a oreja,
- ¿Una mía? pero a mi me gusta Don Quijote, respondo, ¿sabe quien es?
- "Nopo ñora", pero le averiguo y mañana le tengo a su Don Quijote
- Mañana me paso entonces.
- Aquí la espero.
Los travestis
Sigo
sin rumbo fijo y justo en la esquina de calle Ahumada con Agustinas, me
encuentro a boca de jarro con dos travestis y con toda su gloria, uno
le dice al otro - ¿ y nos alcanza la plata pa ir pa´ Talca? Fue mi
momento Hemingway, con ese mínimo dialogo, yo ya me monté la historia de
ambos completa. No la contaré, por esto de la teoría de la recepción, a
ver que se imaginan uds. sólo con ese dialogo.
El Cristo de Mayo
Mi
parada definitiva en el centro, La Iglesia de la calle San Antonio,
realmente me chifla. Me gusta entrar con audifonos y escuchar el Requiem
de Mozart cada vez que cruzo el umbral. Observo los santos, las mandas,
los ancianos que rezan y rezan en trance con tanto miedo a la muerte
como a los santos, Mozart lo intensifica todo ahi dentro. Después de dar
vueltas y observar cada detalle del lugar me siento un rato, no soy
creyente, pero en las iglesias me gusta quedarme tranquilta, relajarme y
no pensar en nada, y aquí me sucede fácilmente. Tengo en frente la
imagen del Cristo de Mayo, su mirada es desgarrante y la corona de
espinas que él tiene en su cuello, habla de su siniestra historia con la
Quintrala, una malvada terrateniente con una intersante historia, un
día la narraré a mi modo.
Hay un afiche en la pared de la Iglesia, en
el que aparece la imagen de un conquistador levantando un libro y un
crucifijo y, en el mismo afiche están arrodillados rezando unos
indígenas y al fondo reza la palabra "500 años de evangelización", es
una imagen indefinible. Nos esclavisaron, nos robaron nuestras
tierras, nos impusieron un idioma y una religión, violaron a nuestras
mujeres y nos miraron por sobre el hombro; sin embargo, en mi díaspora
todos los que conocí eran buena gente. Otras épocas.
Luego
de salir renovada del paseo y de la Iglesia, tiro pa casa, aunque hay
un restaurante de cevichito peruano que es una maravilla. El camarero es
simpático, hablaré con él sobre la teoría de la recepción, a ver si
tiene tiempo entre plato y plato a temas de menor embergadura que no sea
lo básico de la pirámide de Maslow.
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