Mi amante de canela y mar,
vino tantos días,
hasta que se lo tragó el azar.
Aún espero sus caricias, desde Coipo al Molinar,
con mi atuendo de besos para a él regalar.
Mis labios esperan secos porque no quieren besar
a otros labios ajenos, que por los míos morir, desear.
Mi dulce hombre de canela y mar, con calma te espero,
contando la arena que azota mi infinito mar,
mas en mi inquieta calma sé que no volverás.
Ángel canela y mar
mi corazón convertiste en cenizas,
de tanto esperar,
más sé que a mis brazos, no volverás.
Mi corazón escaso de amores,
sobrado de sueños, sueños que nunca fueron realidad,
porque en mi mente viniste mil noches,
y mil noches de humedad eterna nuestros cuerpos colmó.
Las angélicas yacen dormidas, en su sangre, su dolor,
Ellas tampoco volverán.
La luna esta noche me besa, endulza mi llanto,
no habrá otra noche como ésta, me habla mi orgullo.
Tus besos ya no imaginaré,
dejaré de recordarte como lo hago,
ya no te querré, ya no te pensaré,
no desearé tus besos colmando mis pechos,
no desearé amarte como fue.
Este será el último dolor que tú me causas
y estos los últimos versos que yo te escribo.
domingo, 25 de abril de 2010
sábado, 17 de abril de 2010
La Ely.
Caminando por el mojado asfalto,
tacones firmes, sonoros, coqueta se contornea,
porque ella, mujer ha nacido
y mujer como pocas es ella,
mi amiga la Ely.
Hembra ardiente es ella,
sus amantes son tantos,
que después de mil orgasmos
incluso el alma hiere.
Sus piernas son lazos que envuelven un regalo,
¡pero no!, el regalo es ella.
Con sólo una noche a los hombres enloquece,
con sus labios rojos, sabios, redondos y abiertos
la piel de sus amantes conmueve.
Sus cabellos son oscuros y salvajes
como la sangre que por sus venas hierve;
sus pechos son enormes y firmes,
por eso ella siempre pisa fuerte.
¿Qué buscas negra mía?,
eres hembra, pero las hembras,
sólo un macho en la vida quieren;
mas tú, en tu cama, mil besos de mil amantes tienes,
pero ellos al verte sedienta,
sólo una noche te ofrecen.
Tú en tus días, después de abrazadoras noches
sola en tu cama de mil huellas,
de frío y soledad, por tí mueres.
Seguirás buscando, seguirás amando;
infructuosamente te seguirás regalando,
por si algún día el hombre de tus sueños viene.
Yo sé que noches en velas,
su almohada de lágrimas como dagas, llena.
Una vida de amor, sin amor,
hasta los sueños más intensos rompe,
aún así tú seguirás creyendo,
con tu corazón de pasión y fuego.
Algún día encontrarás
un amor sincero y bueno,
y en tu cama ya sin huellas,
sin preguntas, él feliz se quede.
tacones firmes, sonoros, coqueta se contornea,
porque ella, mujer ha nacido
y mujer como pocas es ella,
mi amiga la Ely.
Hembra ardiente es ella,
sus amantes son tantos,
que después de mil orgasmos
incluso el alma hiere.
Sus piernas son lazos que envuelven un regalo,
¡pero no!, el regalo es ella.
Con sólo una noche a los hombres enloquece,
con sus labios rojos, sabios, redondos y abiertos
la piel de sus amantes conmueve.
Sus cabellos son oscuros y salvajes
como la sangre que por sus venas hierve;
sus pechos son enormes y firmes,
por eso ella siempre pisa fuerte.
¿Qué buscas negra mía?,
eres hembra, pero las hembras,
sólo un macho en la vida quieren;
mas tú, en tu cama, mil besos de mil amantes tienes,
pero ellos al verte sedienta,
sólo una noche te ofrecen.
Tú en tus días, después de abrazadoras noches
sola en tu cama de mil huellas,
de frío y soledad, por tí mueres.
Seguirás buscando, seguirás amando;
infructuosamente te seguirás regalando,
por si algún día el hombre de tus sueños viene.
Yo sé que noches en velas,
su almohada de lágrimas como dagas, llena.
Una vida de amor, sin amor,
hasta los sueños más intensos rompe,
aún así tú seguirás creyendo,
con tu corazón de pasión y fuego.
Algún día encontrarás
un amor sincero y bueno,
y en tu cama ya sin huellas,
sin preguntas, él feliz se quede.
jueves, 15 de abril de 2010
Niño
Pequeños ojos, tenía Inocencio;
tez morena, rostro vulgar, voz suave y dulce,
siempre de niño, tierno mirar.
Mi niño indio, que nunca vió ni verá el mar.
Mi niño Inocencio, mi niño pobre,
que su padre olvidó al fecundar.
Mi niño siempre,
a la escuela en solitario,
cruzando el campo cansado va
y temblando me decía:
srta. yo la quiero de verdad
¿Dónde estarás ahora?,
¿serás un hombre bueno,
o te carcomió nuestro atar?.
Yo en sueños te recuerdo,
rostro quemado por el frío
y por las semillas de la maldad.
Cómo hubiera podido darte una vida buena, felicidad.
Aún te recuerdo mi niño indio,
mirándome con amor y humildad.
Sé que nunca aprendiste nada,
porque lo que yo te enseñaba
nunca en la vida, tenías que enfrentar;
necesitabas manos duras, brazos fuertes,
para la tierra labrar en paz,
de la tierra si vivirías,
no de letras, ni de sal.
Te abracé un último día,
tú a la fiesta disfrazado de sol venías,
te comí a besos, y tú orgulloso reías.
Ruego que tú donde estés, feliz vivas.
Y los que vinieron después, llenos de besos,
también en mi escuela vivan.
A los niños de la escuela de Rapel.
tez morena, rostro vulgar, voz suave y dulce,
siempre de niño, tierno mirar.
Mi niño indio, que nunca vió ni verá el mar.
Mi niño Inocencio, mi niño pobre,
que su padre olvidó al fecundar.
Mi niño siempre,
a la escuela en solitario,
cruzando el campo cansado va
y temblando me decía:
srta. yo la quiero de verdad
¿Dónde estarás ahora?,
¿serás un hombre bueno,
o te carcomió nuestro atar?.
Yo en sueños te recuerdo,
rostro quemado por el frío
y por las semillas de la maldad.
Cómo hubiera podido darte una vida buena, felicidad.
Aún te recuerdo mi niño indio,
mirándome con amor y humildad.
Sé que nunca aprendiste nada,
porque lo que yo te enseñaba
nunca en la vida, tenías que enfrentar;
necesitabas manos duras, brazos fuertes,
para la tierra labrar en paz,
de la tierra si vivirías,
no de letras, ni de sal.
Te abracé un último día,
tú a la fiesta disfrazado de sol venías,
te comí a besos, y tú orgulloso reías.
Ruego que tú donde estés, feliz vivas.
Y los que vinieron después, llenos de besos,
también en mi escuela vivan.
A los niños de la escuela de Rapel.
domingo, 11 de abril de 2010
Mujer

Con tus dulces diecisiete, tú, mi bella mía;
él te desposó, más nunca como yo, te amó.
Mujer mía, la vida va de miel a hiel,
tú lo sabes bien.
Mujer, el otoño arremetió en tu primavera,
el verano que siempre ansiaste, fue sólo brisas.
Mujer... yo sé que le pasó a tus sonrisas,
el otoño las secó, el otoño las hizo tierra
y nunca volvieron a brotar.
Tanto te equivocaste mujer de piel y ojos de sal,
de corazón lleno de olas azules,
de manos nobles, de manos duras,
manos de mar;
duras como tu corazón, después.
Mujer, por qué le creíste,
qué te enamoró, qué le viste.
Ese hombre de mi puerto te alejó,
luego él, nuestros cuerpos en yagas convirtió.
El amor que hizo florecer él,
tu sangre, tu piel.
Si, él una vez te amó y luego odió,
una vez tuvo tus besos, luego los odió,
una vez durmió en tu seno, luego lo odió,
una vez te vió llorando, te odió.
No le culpo, yo también te amé y luego te odié.
Vida de la mía, dulces diecisiete,
perdóname tú, mi bella, mi buena Chuminga mía.
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