martes, 2 de diciembre de 2014

Las Cuatro Estaciones

Verano

Casi es de noche, Mis ojos caen soñolientos, sola en mi sofá y divangando; cierro mis ojos y regreso a mi viaje.

Estoy en medio de unos matorrales, el sol está a punto de perderse entre los cerros de la tarde, diferentes tonos de verdes difuminados por todo el campo. El canto de los gallos resuma tranquilidad; corre un pequeño riachuelo y puedo sentir el agradable sonido del agua correr entre las piedrecillas que lo bordean, aumentando la sensación de paz. Hay también un inmenso peral al cual el viento agita sus verdes hojas, el árbol tiene un grueso tronco por el cual se puede trepar facilmente y disfrutar de una hermosa vista del valle; en la cima, rebolotean negros tordos hambrientos, disfruto de su canturreo, de la brisa. A unos cuantos metros se encuentra un viejo y casi seco níspero y bajo su mezquina sombra hay un perro con las orejas bajas que no para de gemir, tiene la mirada triste; de rodillas, dándome la espalda se encuentra una dulce niña de siete años, en silencio llora amargamente, sin consuelo. Me acerco un poco más, la observo, tiene el cabello negro y unos bonitos rizos caen por su frente, suspira; pequeñitas y frágiles son sus manos, como su cuerpo.

"Yo que no he querido ver,
 pero he visto,
que la niña,
que era muy niña e inocente;
de rodillas llora;
de repente, levanta su camiseta,
coge un puñal
 y con la punta busca su corazón e intenta clavarlo,
sigue llorando".

Vuelvo a mi sofá, intento dormir, mas no puedo.

                                                                 

Otoño

Vuelvo al bucólico paisaje y a la misma escena, me perturba su recuerdo.
Falta poco para el ocaso, cae la tarde, oigo pájaros, el riachuelo, el sonido del viento en el peral, las hojas que caen, los gemidos del perro... erizan mi piel.
Mi corazón late, miro al perro, observo a la niña, quiero acercarme a ella, pero algo me lo impide. De repente se escucha la voz de un hombre escondido entre los matorrales, ven a jugar le dice, ven a jugar conmigo, la niña temblorosa se va con él.; se pierden entre los arbustos.
 Los pájaros callan, huyen; el silencio rompre la tarde con estruendoso gemido, el viento empuja al sol y cae aquella noche terrible.

¡¡ Sufre mi niña !!
¡¡ Tan grande es su martirio!!,
Este día fatídico,
Que nunca se ha ido.
 Yo estuve a su lado
 y  no la he protegido
¡¡ Por Dios !!
 ¡¡ Cómo he podido !!

Vuelvo a mi sofá, me incorporo, observo el paisaje desde mi ventana. El otoño ya se ha llevado todas las hojas.


 Invierno

 Pájaros negros huidos,
 Riachuelo turbio,
 Todo de gris teñido.
Juega la niña con su cuchillo,
Levanta su camiseta
Alza su cuchillo

Esta vez, ¡¡por Dios!!
¡¡ Yo, no voy a permitirlo !!.
¡¡ Nooo!! grito con fuerza
y ella se desploma en un suspiro.

 La acojo en mis brazos, le digo que no llore, que me espere, yo volveré.
 Retorno a casa, a mi sofá, a planear mi cometido.


Primavera

Como prometí, volví, ella me estaba esperando. Ella sonríe, jugando vamos por el campo entre rondas y bailes mi niña, el perro y yo, ella poco a poco conmigo se va animando. La veo que esconde, con disimulo, bajo unas ramas aquella arma suicida, intenta que yo no la vea, pero Señor, gracias ¡¡Señor!!, yo ¡¡ sí !! le he visto.
Volvemos a reír, a cantar, a bailar y se va olvidando de aquel agudo filo. Ella quiere jugar y jugamos, ella quiere cantar y cantamos, ella quiere soñar y  le cuento hermosas historias de mundos lejanos. Imaginamos figuras en las nubes,ella encuentra conejos, carretas y dragones. Las nubes dan paso al sol y parece que el tiempo, ahí, los tres, detuvimos.
Regresamos a la sombra del níspero, en el riachuelo lavo su cara, baño su cuerpo herido; luego cortamos flores, olemos jazmines, hago una corona para su pelo, ¡¡Qué bella mi niña es !!. La beso, la abrazo con la dulcedumbre de Gabriela para un niño dolorido. La miro a los ojos, acaricio su pelo, le digo que es bella, que es inteligente, que es buena y que es inocente, no eres una historia triste, le repito; le sucederían cosas increíbles y le digo que la quiero. Al escucharlo, baja su tímida mirada, me regala una sonrisa, me besa  y me abraza más fuerte aún, dice que ella también me quiere. Luego da unos cuantos pasos, se pone de rodillas, levanta las ramas, coge el puñal y me lo entrega. Con alegría, dice que ya no lo necesitará.

Un último abrazo,
Un último beso,
La niña se va corriendo
Con los brazos abiertos.

El viento agita su pelo,
El viento agita su vestido
El viento me trae su risa,
Y del perro sus ladridos.
Los dos van felices
Por el campo florido.

La dicha hace ecos entre las montañas y los pájaros vuelan unidos,
Las nubes forman caras felices en el cielo azul y festivo,
Las flores se abren y el aroma fluye hasta el infinito;
La  fiesta alegre del campo.
¡¡ De mi niña hermosa, que sueños bonitos, ella persigue !!.

                                                                     ________

                                                                     
Bajo la sombra del níspero, yo permanezco.
La venganza es cosa de hombres
Y yo esta tarde soy un bestia

Venganza clama mi alma,
Venganza recorre mis venas.

 No tarda en venir,
No tardo en oír la voz del hombre de entre los matorrales.
 La danza de la muerte anda cerca,
Y no serán mis entrañas las perecederas

Agarro con fuerza el puñal
Y con la ira marcada a fuego
voy a su encuentro...



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