domingo, 20 de mayo de 2012
Por Choro y Aniñao
http://www.youtube.com/watch?v=CdPrhRpQ5KA
Sentada en mi terraza un domingo, (sin resaca), desayunando un café con leche y un grasiento cruasán, pierdo mi mirada en el horizonte azul, mientras escucho en el Cd a Gardel cantando Yira, Yira; Cd que traje de Chile y que compré en un boliche de mala muerte en el puerto de Coquimbo, mientras disfrutaba de un delicioso caldillo de congrio, regado por unos buenos blancos y también "de los otros". Compré este Cd a un chaval que paseaba entre mesa y mesa del restaurante cantando desafinadamente con su guitarra los temas más entrañables del cono sur. Todo esto transcurría con el mar como telón de fondo.
"Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor...
que al mundo nada le importa
Yira...Yira...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor..."
Decía el cantante. Lo pensé en aquel lugar mirando el Pacífico y lo pienso ahora, mirando el Mediterráneo, las letras de esa canción: son la pura y santa verdad.
Yo no sé si serán los tiempos que corren, pero me he dado cuenta la cantidad de malas personas que hay entre nosotros; demasiado insolidarios, demasiado desleales y egoístas. Nos aprovechamos de los más débiles o simplemente pasamos de ellos. En cambio no hacemos lo mismo con los fuertes, a los cuales admiramos, cuando la verdadera fortaleza radica en solidarizar con los pobres, débiles y desafortunados.
Veo cada día como gente insensata e insensible, descalifica y humilla a quien no tiene como defenserse. Yo me pregunto, por qué esa persona no humilla a los fuertes. Creo saber el por qué, son tan o más débiles como al que han avasallado, además de no tener un mínimo de inteligencia, educación o sensibilidad para con el otro.
Sigo escuchando con detenimiento la canción. No es un consuelo para los que sufren, de hecho, si yo estuviera en un mal momento y la escucho, me tiro del balcón, me tiro al tren, o al maquinista... mejor apago el Cd.
Haciendo zapping en mi memoria, recuerdo gente que he tenido la dicha o desdicha de haber conocido, me viene a la cabeza inmediatamente, una persona entrañable, mi tío Biolo (casado con una hermana de mi padre), apodo raro para una persona que se llama Exequiel, pero en Chile, pasan cosas muy raras. Él es de las personas más fuertes que conozco, no lo imagino llorando o diciendo algo dulce y tierno, pero con un corazón de oro. No posee educación, sólo la que da la vida misma, no tiene mucho dinero en los bolsillos, pero ni falta que le hace, pero sí es fuerte y grande entre los grandes. El año pasado lo ví con las dos patas dentro del cajón, moribundo, a causa de un maldito cáncer, débil y extenuado, aún así no se rindió. A pesar de su dolor jamás ví un gesto de flaqueza, pero con fuerza y voluntad sobrevivió. Ahora planta nuevamente cara al mundo, fuertote, irónico, como es él. Continúa con su voz grave y profunda, mandando a la mierda hasta al más pintao.
Me contó mi padre que un día de invierno, en la época que era pastor y yo ni siquiera un proyecto, estaba bebiendo en "El quita penas", una cantina de "Las Ramadas", un pueblito enclavado entre las montañas. De repente entra mi tío Biolo al boliche y pide una garrafa de tinto, cuando íban por la mitad y después de sin-cuenta rancheras, a mi tío se le ocurre preguntarle a mi padre qué hacía tan lejos de la zona de pastoreo. Mi padre le contesta que estaba de lacho (ligón) de una moza del lugar. Mi tío, sin decir nada empieza a quitarse los zapatos a lo cual mi padre le pregunta: ¿qué está haciendo?, a lo que mi tío responde ¿pero a dónde vas hombre con esos zapatos viejos, chuñentos y rajaos?; ¿qué va a pensar la familia de la "mina"?. ¡¡Toma gueon!!, anda a verla pa que al menos no te vean como el peliento que soy y espero que te vaya bien. Y ahí se quedó Don Biolo, tomando vino, tan ancho y a pata pelá.
Don Biolo se ha metido en cada lío defendiendo a capa y espada a cualquier pelafustán por el cual yo no hubiera dado jamás un duro. Recuerdo una vez en plena calle, medio pueblo con palos y piedras insultos íban, insultos venían y todos de grueso calibre, propinados a un ladrón de gallinas y huevos que pasaba los seis días de la semana borracho. Mi tío, se enemistó con medio pueblo defendiendo al ladronzuelo y mandándo a la mierda a todo el pueblo. Encima al que defendía, según sé, también le robaba a él. Ahí radica toda su fortaleza, nobleza y bondad.
Y como estas historias, tengo miles, si contara las veces que llegaba machucado porque le había caído una "mata de combos" encima por choro y aniñao, pero siempre decía "el otro culiao quedó peor que yo". Gente como él, difícil de encontrar, inteligente y feroz de los buenos, con un par de cojones le saca al mundo la cresta. Cómo sería que logró sacar las dos patas del cajón porque, ¡seguro!, la pelá tuvo miedo de llevárselo pa´l patio de los callaos.
Ya he filosofado bastante, me voy a ver si llueve en la esquina. Dejo la fría taza de café a medio beber en el fregadero, apago el Cd. Me sirvo una copita de pisco Capel que me regaló mi abuela de Chile, vuelvo a mi terraza y pienso "feliz soy yo" aveces débil, aveces fuerte, pero qué más da... mientras halla gente como tío, Exequiel Campusano, que se vaya Gardel a hacer gárgoras con su Yira Yira, porque yo alzo mi copa y hago ¡Salud!, al Mediterráneo, por la gente buena.
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Creo que de mi padre tienes para mil libros, me emocionan mucho tus palabra, escribes con el corazón.
ResponderEliminarPues si, prima!
EliminarDile que te cuente sus historias. tú me las cuentas a mí y lo hacemos fomoso jejej