viernes, 30 de julio de 2010

Ella

La tarde termina,
yo me arrodillo ante ella,
las sombras se acercan,
yo las espero tranquila,
siempre las espero.

La suave brisa alegra mi balcón,
viene, me calma;
los sueños ya no esperan en mi almohada,
se esfuman en medio de la noche rotunda sin estrellas,
como tú lo haces de día.

Eterno marinero de mil mares,
¿por qué no vienes?,
¿acaso sabes que no puedo ser yo en tí?;
¿sabes que es otra?...¿que soy otra?,
la que me desquicia, la que me odia,
es ella la que busca mi dolor y siempre lo encuentra,
es ella la que me parte el corazón en dos y después llora,
es ella la que te aleja, la que te pierde... ella soy yo.

¡Mátala blanca mía!
rómpe una costilla cerca de mi corazón,
que sangre hasta morir... y me deje vivir.

Siempre me haces daño negra mía,
no puedo evitarlo,
sin tí yo jamás seria,
consuelo de noche, llanto de día.

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