miércoles, 4 de agosto de 2010

Lluvia

La lluvia voraz resbala por mis cabellos,
baja por mi cuello como rios en cólera,
la lluvia atraviesa mis pechos y mi ombligo,
siento su frío.

Esta lluvia ha borrado tus besos, amor;
tus besos que tanto guardé, que tanto guardé.

Ahora yace mojado mi cuerpo de espera,
sin atisvos de tu calor,
la lluvia no se acalla
y se confunde amarga con mis lágrimas
que no cesan, que nunca cesan.

No duermas ahí preciosa mía, bajo la lluvia,
dormirás húmeda y nunca despertarás
y sus ojos azules ya nunca verás.

Recuerda que yo te quiero viva como niñas en una ronda,
yo te quiero alegre, en la tarde de nubes aradas,
yo te quiero libre, con brazos alzados al amanecer,
yo te quiero amada, por hombres de tus ojos enamorados,
yo te quiero suya, eternamente suya,
en su cama de rosas blancas, de rosas rojas
que siempre cada noche él regaba.